La Colmena de Génova

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Años llevaba el Partido del Gobierno mezclando la textura y el olor del papel moneda con el de los sobres. No está claro aún si hubo, o no, delito aceptando ciertas cantidades dinerarias; tampoco se sabe si lo hubo repartiéndolas entre algunos miembros a modo de sobresueldos. Aquí no se pretende valorar la ilegalidad, pero si la inmoralidad, de la que estoy profundamente convencido.

Tampoco voy a hacer un ejercicio exhaustivo de memoria tratando de rememorar los tiempos de Aznar. No es necesario para lo que pretendo. Pero sí que voy a remontarme hasta el año 2009, cuando la crisis ya había hecho mella en España. Durante estos años, vendieron la idea de que tenían la cura para los males de la Economía, y que ésta estaba basada en la austeridad al más puro estilo alemán: vendan sus muebles y dejen de comer carne para ahorrar, si fuere necesario.

Dentro de este contexto económico y social, lo más acertado, al menos en el mundo de la razón, hubiera sido predicar con el ejemplo. Muy fácil decirle a la gente que hay que apretarse el cinturón mientras te pasan unos cuantos miles de euros de forma clandestina, cuando menos. Me surge una duda, quizá menos obvia, y es que quienes hacen donaciones a una institución política, ¿lo hacen para compensar un trabajo bien hecho o esperan algo a cambio? La respuesta, probablemente, se encuentre en un punto intermedio, siempre y cuando no sean las dos respuestas a un tiempo.

Entre tanto zángano y reconocido fan de Poncio Pilatos, destaca la figura del tesorero, que ha decidido comportarse como una abeja cuando se siente en peligro de muerte: morir matando. Se vuelve a poner de manifiesto, una vez más, la incapacidad de estos señores para negociar y llegar a acuerdos. Lo único que saben hacer, es imponer; y siempre con el mismo resultado. La reforma educativa, por ejemplo, no hace otra cosa que azuzar la llama de los nacionalismos. No ofrecer una solución a quien ha sido tu cómplice y benefactor durante años sólo provoca que quiera arrastrarte consigo al pozo. Vendetta es lo que clamaría V.

Mención aparte para la avestruz que tenemos por jefe del ejecutivo, también llamado Mariano me Rajo-hoy, que no sabe que explicando problemas como estos desde un televisor, es decir, en diferido -tiene guasa la cosa-, lo único que consigue es alimentar la sospecha de que está involucrado en ellos. Esconderse casi nunca ha sido una solución a los problemas, y tampoco una manera de ocultar que no se saben afrontar.

Es inmoral. Porque se piden sacrificios que nunca harían mientras se dan a la buena vida. Porque son capaces de traicionarse entre ellos con tal de salir indemnes. Porque son incapaces de dar la cara cuando se equivocan. Pero para nosotros es frustrante, humillante y alarmante. ¿Tan difícil es encontrar 14 personas capacitadas para este trabajo entre una población de casi 50 millones? ¿Nos animamos nosotros? Para hacerlo peor hay intentarlo con mucho ahínco.